¿Cuántas veces has mandado cosas en la lonchera de tu
hijo que se regresan sin comer? Y luego vas descubriendo que tu hijo comió
chatarra prestada porque "no le gusta" lo que tú le mandas. La solución no es tirar la toalla y darle
bolsas de frituras en su lonchera. Hay
que involucrar al hijo en todo el proceso de armar un menú nutritivo.
1.
Un sábado siéntate con tu hijo para hablar de las comidas que le gustan. Invítale
a apuntarlas en una lista.
2.
Usen el internet para buscar el valor nutritivo de las comidas escogidas. Traten
de hacer un equilibrio entre frutas, verduras, carbohidratos y proteínas.
3. Hagan una regla: En cada lunch tiene que haber por lo menos una fruta
o verdura, y un carbohidrato o proteína.
4. Hagan un pequeño menú para la semana.
5. Vayan al supermercado con el menú.
Tu hijo debe buscar sus propias cosas. Si
ya está en la primaria también anímalo a comparar precios e ingredientes.
6.
Llegando a casa, tu hijo te ayuda a guardar sus cosas.
Debe tener un lugar especial en el
refrigerador, y también un lugar designado para sus propios contenedores
reusables con su nombre.
7.
El domingo por la noche, el niño ve que su lunch esté listo para el lunes.
Después de bañarse y antes de dormir, que
organice las cosas según el menú, y los empaque, dejándolos en el refrigerador para el día siguiente.
8.
Cada día cuando llegue de la escuela, sus deberes son:
Sacar
los contenedores del día, ponerlos en el lavatrastes y organizar su lunch para
el siguiente día.
9.
Al principio este proceso necesitará mucho apoyo de tu parte.
Cuando
se vuelva hábito, las ganancias son saludables: una mayor independencia al
escoger su comida, y una mayor conciencia de la nutrición.
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